Encuadernación: Rústica con solapa
Colección: Sirpus literaria,10
En Walata, Nuredín, un maestro de obras marroquí, que puede recitar las Mil y una noches de memoria, alquila una austera vivienda sin agua, sin luz, sin alfombras... allí construye una mesa donde coloca unos cuadernos; en ellos escribirá, a modo de diario fiel y veraz, sin disimulos ni silencios, las caudalosas, sorprendentes y apasionantes memorias ficticias de un maestro de obras marroquí en Mauritania.
Granta en español publicó un fragmento en el número 4, 2005. Novela instructiva, veraz, entretenida, pero también desoladora.
Nuredín acepta la proposición de empleo del señor K, sin sospechar que sus trabajadores, en el desierto, serían esclavos. Nuredín ignoraba que el Islam reglamenta la esclavitud; también ignoraba que para el Islam practicado en aquel desierto sólo es algo natural que los moros exploten a los negros, se apoderen de sus hijos y fuercen a sus hijas. El maestro de obras aprendió allí que el derecho del dueño a la propiedad del esclavo es de origen divino y que la revelación divina instituye el derecho de los dueños a yacer con sus esclavas, sin excluir a las casadas. Descubrió que el miedo es indisociable de la vida de los negros, afligiéndole, como musulmán, la ridícula creencia, universal entre ellos, de que Dios los hizo negros para obedecer a los moros, sometimiento en esta vida cuya recompensa en la otra será el paraíso. Que la educación del negro fuese indistinguible de
la domesticación de los animales lo hirió, sin embargo, menos que los cuarenta versículos de guerra, muerte y destrucción repartidos por el Corán, la palabra de Dios increada y eterna, cuarenta versículos olvidados por Nuredín desde la infancia y que en el desierto releyó. El primero empieza: «¡Matadlos donde los encontréis!.»; y el último, descripción involuntaria del 11-S, termina:
Idioma: CASTELLANO