FRANCESCA GARGALLO
Francesca Gargallo es una escritora italiana (1956) que vive enamorada de México, más de su lengua, al grado de haber erigido su obra desde el primer libro (Días sin casura, 1986) hasta el más reciente (Marcha seca, Era, 1999) en un español reinventado, impregnado por la música de su natal italiano. Pocos trabajadores del lenguaje gozan de una ventaja semejante, y pocas autoras se atreven a explorar la voluptuosidad del dolor con alegría tal, con una prosa llana que se ahorra la metáfora pero no escatima la hipérbole. Según nos cuenta, llegó dos veces a México: la primera, de vacaciones, fortuitamente, llegué desde Estados Unidos y conocí el México que no figura en los
tours, el del semidesierto, concretamente Zacatecas, y ya no se
quiere ir. Le llama a su madre para decirle que no quiere regresar a Italia, pero la madre la hace tomar conciencia de que está a punto de terminar la carrera de Filosofía, que ya sólo le falta un examen.
Francesca regresa a Roma, pero sólo a licenciarse, y empiezo,
literalmente, a morder el polvo por volver a México. Regresa un año y cuatro meses más tarde, pero lo hace en avión, y los aviones aterrizan forzosamente en el DF, y fue muy extraño porque quedé atrapada aquí, nunca me marché a vivir donde quería. Aquí cursé una maestría y un doctorado en Estudios Latinoamericanos, aprendí a hablar y a escribir en español... creo que he aprendido mejor a escribirlo.Francesca escribe su primer novela en Centroamérica, cuando realizaba una investigación para su tesis de doctorado acerca de la transformación de las mujeres de El Salvador durante la guerra.
Días sin casura refleja, sin duda, ese sur húmedo y caliente. Luego escribe Calla mi amor que vivo (Era, 1990), novela intensa acerca de una mujer que se impone el silencio hasta no obtener su libertad de un medio familiar terriblemente opresor, y que está repartida entre Sicilia (soy siciliana) y Zacatecas, que son los dos arquetipos que me rigen como individuo. Luego escribe sus dos novelas de mar: Los pescadores de Kukulcán (Aldus, 1995) y El barco, inédita. Yo soy de un puerto, Siracusa, y hay una relación muy fuerte con el mar, aunque
es un mar muy seco, frente al desierto, como el de Sinaloa. La
decisión del capitán, su única novela histórica, le sirvió para salir de su propio cuerpo y contemplar el enfrentamiento bélico-erótico entre el capitán Miguel Caldera y la bravía Constanza, hija bastarda del virrey. Su más reciente libro, Marcha seca es, según sus propias palabras, un golpe seco a mi propio cuerpo.
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